Cuerpo Dislocado

 

Leila Izzet (n. Egipto, 1933) s/t, 50 x 70 cm, 1976.

por Aida Maltrana.

Movernos del centro, de la vista fija al horizonte, explorar otras rutas, desequilibrar el cuerpo, no tener miedo de la diferencia. Desacomodar los huesos y desprenderse del lugar común, de la imagen y del reflejo en el espejo.

Deshacerse del relato lineal, androcéntrico, antropocéntrico para “aprehenderse”, “desagregarse”, “afectarse”, “desenmascararse”, "desbordarse".

Así es el arte feminista que desarticuló a finales de los años sesenta la noción de “imagen como obra de arte”, aquella puesta en valor social bajo la sombra de “la verdad”, “ la belleza”, “el gusto” y la figura del “genio”.

En 1971 la historiadora del arte Linda Nochlin escribía  para la revista estadounidense, ArtNews un ensayo cuestionando “¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?”, en su idioma original, “Why Have There Been No Great Women Artists?”, las respuestas se enfocaban a la prohibición o limitación de las mujeres para acceder a la academia, y si tenían el privilegio, no había posibilidad de que pudieran acceder al estudio del desnudo, por lo que los paisajes o las naturalezas muertas eran los temas en sus obras. Para el momento en que la historiadora escribe, resultaba imprescindible romper los paradigmas de la historia que privilegiaban la mirada del  hombre y había que documentar la vida de las mujeres artistas que fueron invisiblizadas, para acabar de una vez y por todas con el mito del “genio” occidental.  

En esta década surgen los “Women Studies”, sin desmarcarlos de las prácticas culturales y de la conciencia política. Destacaron movimientos relevantes de las mujeres en Inglaterra y Estados Unidos, y si bien en América Latina caminamos con otro ritmo, gratamente el arte feminista tuvo cabida en el quehacer artístico. Pasamos por los estudios feministas que fueron enriqueciéndose por lecturas diversas acerca de “la mujer” y “lo femenino” desde la teoría esencialista y binaria que surgía de la academia, a la valoración de la vida cotidiana de “las mujeres” - en plural-  como condición de posibilidad de generar conocimiento desde la experiencia personal, y ampliar la mirada hacia las luchas de a pie, pero además “nómades” de mujeres negras, árabes, indígenas, migrantes, trabajadoras sin estudios, sexo servidoras, etc.
Para Rosi Braidotti teórica feminista con enfoques de la interseccionalidad y la diferencia, el sujeto “Mujer” no es una esencia monolítica, es el sitio de “experiencias mútiples, complejas y potencialmente contradictorias y definido por variables que se superponen tales como clase, raza, la edad, el estilo de vida, la preferencia sexual y otras” (Braidotti, R., 2000, p.30).

Para Braidotti, “ser nómade” se refiere a un tipo de conciencia política que se resiste a establecerse “en los modos socialmente codificados”. Es una subversión, un desplazamiento, y para mí una posibilidad de “dislocarnos” de la verticalidad como forma.

¿Qué ha sucedido desde aquella década de los setenta? ¿Qué ha cambiado desde el activismo de las Guerrilla Girls en Estados Unidos? Recordemos intervinieron la fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York con un cartel: "¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Metropolitan? Menos del 5 por ciento de las artistas de la sección de arte moderno son mujeres, pero el 85 por ciento de los desnudos son femeninos”.

Fuera de estos bordes ¿Qué ha sucedido con las narrativas artísticas de mujeres en América Latina? ¿Asia? ¿África? Cómo nos fuimos “dislocando” del discurso homogeneizante y nos apropiamos de nuevas maneras de entender nuestras realidades con los otros enfoques de los feminismos: de la diferencia, teorías decolonial, post, cyber, queer, y que han aportado a las múltiples expresiones artísticas en países no occidentales.
Los usos del cuerpo se problematizaron a partir de estas sanas divergencias.¿Podemos hablar de rupturas? ¿De reciclajes? ¿De fracturas?

A la manera que Rosi Braidotti entiende un “inventario de huellas”, con este nuevo sitio de IntimArte, pretendo hacer “un autorretrato de la colectividad” de artistas visuales mujeres, pero aquellas a las que poco se les ha atendido en la crítica y en la historia del arte occidental, y quienes hasta tiempo después podemos descifrarlas como exponentes del arte feminista, aún sin saber estaban abriendo brecha para hablar de las afecciones, de nuestra vida y nuestro pensamiento jamás escindido de nuestros cuerpos. Sin dejar de incluir obras contemporáneas.

Griselda Pollock historiadora nacida en Sudáfrica, y desde la postura del feminismo de la diferencia, insistía en hablar de la producción artística y no quedarnos exclusivamente en la biografía. Para ella es igual de importante hacer genealogías, y reconocer las producciones artísticas de las mujeres para "introducir la diferencia sexual en la reflexión artístico-histórica".

Buscarnos en el mapa, es situarnos con una postura, nos obliga a reconocernos con una visión singular, sin duda hay temas donde todas las artistas convergen, pero no podemos distanciarlas de una localización que significa adentrarnos en temas más profundos, en temas relativos a las "subjetividades en rebelión indignadas por las desigualdades y las discriminaciones" (Castellano, C; Ochoa, María C., 2018).

Fuentes:
Castellano González, Cristina; Ochoa, María Candelaria (coordinadoras), Feminismos visuales, México: CUSCH Gto, Universidad de Guadalajara, 2018.

Braidotti, Rosi, Sujetos nómades, Barcelona: Paidós, 2000.

Pollock, Griselda, Visión y diferencia, feminismo, feminidad e historia del arte, Argentina: Fiordo, 2013.

Nochlin, Linda. "Why have there been no great women artists?" en revista ArtNews, EU, enero 1971. https://www.artnews.com/art-news/retrospective/why-have-there-been-no-great-women-artists-4201/

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